"Evangelización en medio de la persecución."
Una nación hostil al evangelio
En el mundo hay más de 2.500 millones de personas que nunca han escuchado hablar de Jesús. De ellos, cerca de mil millones viven en la India, un país con más de 1.400 millones de habitantes, donde gran parte de la población jamás ha tenido contacto con el evangelio. No se trata simplemente de compartir la fe con alguien que al menos tiene nociones básicas del cristianismo, como ocurre en América, sino de hablar con comunidades, tribus, que nunca han oído el nombre de Jesús.
La India ocupa actualmente el puesto número 11 en el ranking mundial de persecución religiosa (según el sitio cristiano PuertasAbiertas.org). En este contexto, los cristianos viven bajo amenaza constante y los extranjeros deben trabajar en la clandestinidad. Predicar abiertamente es ilegal: si son descubiertos, los deportan y nunca más pueden volver a recibir una visa. Además, los radicales hinduistas han llegado a golpear e incluso asesinar a quienes comparten el evangelio. Por eso, cada salida del país implica borrar fotos, videos, mensajes y aplicaciones, evitando cualquier rastro que pueda delatar la misión.
“Si EL GOBIERNO descubre LO quE HACEMOS nos puede deportar Y si los radicales descubren quienes somos nuestras vidas corren peligro”
A pesar de los riesgos, estos misioneros y su familia han decidido permanecer en la nación que aman, convencidos de que su tarea no se trata de números, sino de establecer la iglesia de Cristo en lugares donde nunca antes había existido.
“Un llamado Mayor”
El camino comenzó hace casi cinco años, cuando empezaron a visitar la India una vez al año durante un mes. Antes de eso, habían pasado más de un año y medio discipulando a un matrimonio indio a la distancia, preparando el terreno desde afuera. Lo que parecía un pequeño inicio pronto se convirtió en un llamado mayor.
Con cada viaje, el trabajo empezaba a crecer. Finalmente, la familia misionera tomó la decisión de establecerse en el país. Hace un año y medio dieron ese paso definitivo, estableciéndose en la India viviendo en un ambiente marcado por la persecución y la clandestinidad.
Si bien, al principio fue desafiante, rápidamente pudieron evidenciar que la necesidad era enorme. Predicar se convirtió en una labor de visitas sistemáticas, siembra paciente y de compartir el fluir de la vida con las personas en sus propios contextos.
Alcanzando las etnias no alcanzadas
Una de las áreas centrales de la misión es el evangelismo en zonas rurales. Allí habitan grupos étnicos que pueden variar entre cientos y millones de personas, pero en los que no existe la vida de Cristo. Se les denomina “etnias no alcanzadas” porque nunca han escuchado el evangelio y no cuentan con iglesias nativas. Para que una etnia deje esta categoría, al menos un 2% de su población debe ser cristiana, algo que en la India aún parece lejano para miles de etnias.
Los pastores trabajan actualmente con dos etnias específicas en el sur del país. Una de ellas vive junto a un río, en condiciones precarias: sin electricidad ni agua potable, excluidos de la sociedad y considerados intocables por la religión dominante. Los misioneros han llevado alimentos, mantas, lámparas y botellones de agua, ayudando a suplir algunas necesidades de estas personas. Varios de sus habitantes han comenzado a recibir la palabra, y poco a poco se está plantando y estableciendo una iglesia allí.
La tarea es lenta y paciente: visitas frecuentes, predicación constante, oración por enfermos y acompañamiento en su vida cotidiana. Un testimonio marcó a la comunidad cuando un hombre con una dolencia estomacal fue sanado, lo que generó un fuerte impacto y dispuso el corazón de los habitantes.
La segunda comunidad habita dentro de un bosque declarado reserva natural, en una zona donde el ingreso está prohibido. En medio de la selva conviven con peligros como narcotraficantes, terroristas y tigres de bengala. Aun así, lograron entrar gracias al permiso de un jefe local.
Aunque enfrentaron obstáculos inesperados—como la muerte repentina del jefe de la tribu que retrasó su entrada—, finalmente los misioneros pudieron predicar, y varios habitantes decidieron recibir el evangelio. Al igual que con la otra tribu, el trabajo no terminó en una visita, se realizan visitas periódicas y el desafío de consolidar una iglesia en un lugar de difícil acceso.
Un aspecto cultural complejo es la ideología del karma. Según esta ideología, la pobreza y el sufrimiento son consecuencia de malas acciones en vidas pasadas, por lo que ayudar al necesitado significaría interferir en su proceso de expiación. Bajo esa lógica, los marginados quedan invisibles para la sociedad. Por eso, estas comunidades quedan abandonadas por la sociedad.
“UNA SIEMBRA EN TERRENO HOSTIL”
Cada visita a las tribus y cada ofrenda destinada a suplir necesidades básicas representa una siembra a un terreno hostil. No se trata de resultados inmediatos, sino de un proceso constante, paciente y muchas veces silencioso.
Sin embargo, los frutos comienzan a verse: personas que nunca habían escuchado de Jesús lo confiesan como Señor, dos nuevas iglesias están en proceso de ser plantadas y comunidades marginadas encuentran el camino y la verdad: Cristo.