“Un Viaje de Fe por las Islas del Sur de chile”
Un llamado a las islas y ciudades del sur de chile
En el año 2012, en la ciudad de Valparaíso, Dios comenzó a hablar con claridad al corazón de los pastores Jorge Pizarro y Cinthia Poblete y sus hijos. El mensaje era insistente: Puerto Montt, una ciudad al sur de Chile, sería el lugar donde debían establecerse y comenzar una nueva obra. Aunque en ese momento residían en Valparaíso, la voz del Señor fue tan fuerte y constante que no hubo dudas. Tras compartir esta visión con sus pastores, en 2013 Jorge y Cinthia fueron nombrados pastores y enviados a la ciudad del sur.
El inicio no fue sencillo. La iglesia estaba formada únicamente por los pastores Jorge y Cinthia, junto a sus hijos. No había más personas, ni contactos, ni recursos. Pero había algo mayor: la certeza de que Dios los había enviado con un propósito. Con esa convicción vendieron y regalaron todo lo que tenían en Valparaíso, para trasladarse a Puerto Montt confiando plenamente en la palabra del Señor.
El llamado a las islas
Dios no permitió que permanecieran quietos en un mismo lugar. Pronto los conectó con familias en los archipiélagos de Chiloé y Calbuco. En Castro, capital de Chiloé, comenzaron a trabajar con algunas familias, viajando largas horas cada semana. Sus visitas implicaban madrugar, recorrer más de tres horas, y cruzar en transbordador, para así, finalmente, compartir con las familias la palabra.
Posteriormente, Dios los guió hasta la isla de Achao, a cinco horas de distancia desde Puerto Montt, con un viaje que incluye dos transbordadores y dos buses. Diez horas de trayecto en un mismo día, solo para visitar a una familia. Sin embargo, la familia lo recuerda con alegría
“Siempre lo hicimos felices porque sabíamos que el Señor tenía un propósito en ese lugar”
También llegaron a la isla Huar, en el archipiélago de Calbuco, donde una familia entera comenzó a abrir camino a la obra. Esta isla, con más de 1.200 habitantes, recién recibió tendido eléctrico en 2010 y aún carece de caminos pavimentados. Allí, en medio de sencillez y fe, la semilla del evangelio empezó a germinar.
Las primeras casas iglesias
Mientras seguían con el arduo trabajo en las islas, Dios comenzó a conectar a los pastores Jorge y Cinthia con personas en Puerto Montt. Fue así como nació la primera casa iglesia, en su propio hogar. Al principio eran pocos, pero pronto la casa se llenó. Ya no había espacio para niños ni adultos, y fue necesario dividir los grupos. La obra empezó a multiplicarse de manera exponencial
El modelo de casas iglesias se consolidó como el ADN del ministerio. Familias enteras abrieron sus hogares, y el evangelio se extendió a diferentes sectores de la ciudad y otras localidades de la Región de Los Lagos, incluyendo Osorno, Frutillar y Alerce.
Hoy, más del 90% de la congregación participa activamente en casas iglesias, fortaleciendo la fe a través de la comunión diaria, la enseñanza de la palabra y el amor entre hermanos. Aunque cuentan con un lugar para reuniones generales, la vida de Cristo sigue expandiéndose principalmente en los hogares.
Un fruto que solo Dios puede dar
Los pastores reconocen que nada de esto ha sido por mérito humano. “Estamos sorprendidos de cómo el Señor ha provocado todo. No es ninguna capacidad o competencia nuestra, sino que todo ha sido obra del Señor”.
La obra, que comenzó con una familia dispuesta a creerle a Dios y partir de cero, hoy se ha convertido en una red de discípulos, familias e iglesias en casas, que impacta tanto en la ciudad de Puerto Montt como en distintas islas y localidades del sur de Chile.
Un llamado a creer
La historia de los pastores Jorge y Cinthia, junto a sus hijos, es una invitación a confiar en la voz de Dios y actuar con fe.
“Cuento esto para inspirar, para motivar, para que otros le crean al Señor. Nosotros comenzamos de cero, pero teníamos una palabra, y esa palabra fue la que nos sostuvo hasta el día de hoy. Hemos visto el fruto, hemos visto el crecimiento, y estamos felices de lo que Dios está haciendo”
Así, en medio de sacrificio, viajes largos y comienzos humildes, se ha levantado una iglesia viva, que ama como familia y que sigue extendiéndose con fuerza en todo el sur de Chile.