“HASTA LO ÚLTIMO DE LA TIERRA”
La Historia de una familia en Punta Arenas, Chile.
En enero de 2022, durante unas vacaciones en Punta Arenas, la pastora Paulina Toro y su esposo, el pastor Alejandro Olivos experimentaron algo que transformó su vida. Ella había crecido en esa ciudad y deseaba mostrársela a sus hijos pequeños, pero lo que parecía un viaje turístico terminó en un llamado profundo. Al atravesar una avenida repleta de jóvenes, ambos sintieron en silencio que Dios les hablaba sobre la necesidad de pastoreo en esa tierra.
Al regresar a Viña del Mar, compartieron lo vivido. Justo debían decidir si renovar su contrato de arriendo y, guiados por el Espíritu Santo, optaron por no hacerlo, sin tener claro dónde vivirían en marzo con sus hijos de uno y tres años. Conversaron con los pastores Jairo y Jessica y con sus apóstoles, quienes confirmaron su sentir y los animaron a no retrasar la decisión.
Así, el 20 de abril viajaron a Punta Arenas con once maletas y una gran expectativa.
Un comienzo difícil
La llegada no fue sencilla. La casa arrendada estaba destruida y con deudas millonarias, por lo que tuvieron que invertir todo en reparaciones. Ese proceso de cinco semanas fue duro, pero en medio de la prueba conocieron a Sebastián y a su esposa Yessenia, quienes se convirtieron en los primeros “hijos de paz”.
Durante el primer año y medio sembraron con paciencia. Muchas veces invitaron a personas que nunca llegaron, lo que los llevó a valorar profundamente reunirse como familia, adorar al Señor y compartir la Palabra.
Enfrentaron enfermedades de sus hijos por el clima, dificultades económicas y luchas personales, pero vieron cómo Dios fortalecía sus corazones. Incluso sus hijos pequeños pedían orar por otros niños en plazas y centros comerciales, recordándoles que el testimonio también se predica con sencillez. 
De pronto comenzaron a llegar personas: pacientes atendidos en el trabajo, apoderados del colegio, contactos en redes sociales y personas heridas por experiencias religiosas. La casa se transformó en un lugar de reunión hasta que el espacio fue insuficiente.
En marzo de 2025 comenzaron a congregarse en un local en el centro, sin dejar de valorar el trabajo en los hogares.
Una Multiplicación inesperada
La obra se expandió más rápido de lo esperado. Varias familias del curso escolar de Gaspar, su hijo, fueron alcanzadas y Dios abrió puertas en Porvenir, Puerto Natales, Puerto Williams y también en ciudades argentinas como Río Grande, Tolhuin y Ushuaia. Un tiempo de bautismos recientes, con personas de todas las edades, confirmó que la obra es del Señor y no de esfuerzos humanos.
Estos años han sido, para la familia, los mejores de su vida, no por el lugar geográfico, sino porque descubrieron lo que significa estar en el propósito eterno de Dios. 
“No se trata de estar aquí o allá, se trata de estar en Cristo”
Hoy viven con una convicción de no apartarse de la visión, conscientes de que todo lo que hacen está bajo la mirada de Dios. Lo que comenzó como unas vacaciones se convirtió en un llamado que los lleva a edificar la iglesia en lo último de la tierra. Su testimonio muestra que no hay mayor ganancia que ser parte del propósito eterno de Dios.

