“la casa de todos”
La Historia de la Iglesia en medio de las llamas.
El 02 y 03 de febrero de 2024 un voraz incendio arrasó con sectores de Viña del Mar y Quilpué. Catalogado como el incendio urbano-forestal más grande en la historia de Chile, el cual afectó cerca de 15.500 viviendas, más de 8.500 hectáreas y dejó 131 personas fallecidas.
La Iglesia Visión Mundial para la familia, La Casa de Todos, se encuentra ubicada en el sector de Canal Chacao que quedo en ruinas por este incendio, la iglesia fue alcanzada por las llamas que llegaron hasta la terraza pero milagrosamente sin consumirla.
Ese hecho marcó el inicio de una obra comunitaria que transformó el dolor en esperanza.
El inicio en medio de la catástrofe
El domingo posterior al incendio, los pastores Álvaro Matus y Patricia García (VMF Quilpué) lograron entrar al sector, aún cerrado por seguridad. Lo que encontraron fue desolador: vecinos limpiando con sus manos, sin agua, sin luz y sin recursos. La urgencia de ayudar era evidente.
Ese mismo día comenzó un movimiento que sorprendió incluso a los propios voluntarios.
“No sé cómo lo hicimos, solo sé que lo hicimos por causa de esta vida que portamos, que nos había anticipadamente capacitado para algo que ninguno pensó que estaba preparado para hacer”
El primer milagro fue ver manos y corazones dispuestos a servir. La fe debía traducirse en obras, y la iglesia se abrió como un espacio de servicio permanente.
Desde el 4 de febrero, la iglesia se transformó en un comedor comunitario. En su punto más intenso, se sirvieron hasta 200 desayunos, 400 almuerzos y 180 cenas diarios. La iglesia abría a las 7 de la mañana y no se cerraba más. Allí los vecinos podían ducharse, cargar celulares, descansar o simplemente encontrar un lugar donde sentirse acompañados.
Vecinos y pastores trabajaban sin descanso. El equipo matutino se levantaba a las 6 de la mañana para limpiar los baños antes de que llegara la gente. Más tarde llegaban los diversos pastores junto a equipos de distintas iglesias VMF y otras congregaciones.
Los jóvenes fueron clave: sembraron sus vacaciones para servir todo el día, incluso repartiendo bandejas bajo el sol. Familias enteras entregaron tiempo y miembros para sostener la obra. “Era la única manera que podíamos expresar el amor de un Dios real hacia la comunidad”, recuerda la pastora.
Una red de milagros y provisión
Pronto la ayuda superó lo esperado. Camiones con alimentos llegaban guiados por comentarios en la Ruta 68. En una ocasión, recibieron dos toneladas de víveres desde Linares, simplemente porque alguien los orientó hacia la Casa de Todos.
La iglesia, que cuenta con una cancha de fútbol cerrada, albergó a militares que dormían allí mientras apoyaban las labores.
“Era una locura que solo Dios pudo llevar adelante; con nuestras fuerzas era imposible”
Cada día fue un paso de fe y veían cómo las necesidades se cubrían casi de manera milagrosa.
Más que ayuda material
La iglesia dejó de ser un lugar distante para los vecinos. “Nos decían: ‘los veíamos desde afuera y pensábamos: qué raro…’, pero al entrar descubrieron que éramos gente normal con un Dios extraordinario”, relata la pastora.
Lo que comenzó como ayuda humanitaria se convirtió en algo mayor. Hoy varios vecinos permanecen en la iglesia; La pastora Rut lidera un grupo de más de 20 mujeres de la comunidad que se reúne todos los viernes. Los domingos también son más los que se suman, atraídos no por discursos, sino por lo que vivieron y recibieron en tiempos de crisis. Pero sobre todo por poder conocer la verdad en medio de una catástrofe.
Una experiencia del primer siglo en pleno siglo XXI
Un momento que quedó grabado en la memoria de la Pastora Francisca fue cuando, durante una cena compartida con los vecinos, el espíritu le habló:
“Esto es lo más cercano a cómo vivía la iglesia del primer siglo”.
Tal como se relata en el libro de los Hechos, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, compartiendo no solo pan, sino también fe, esperanza y consuelo. (Hechos 2:42-47) Los vecinos reconocieron que más que comida, lo que recibieron fue compañía, una palabra de aliento y la expresión de Cristo a través de gestos.
La Casa de Todos
“Parte del Equipo del Comedor diario”
El 27 de septiembre de 2024 se sirvió el último almuerzo comunitario, coronando casi ocho meses de servicio. Fue un cierre marcado por gratitud: cientos de voluntarios, iglesias de la red VMF, congregaciones internacionales y fundaciones se unieron al esfuerzo.
Los pastores y líderes expresan su gratitud a todas las iglesias VMF, a otras denominaciones, a la red del apóstol Gustavo Lara, al pastor Dan Bernal de Miami, fundaciones e instituciones que se sumaron. Todos, movidos por un mismo espíritu de servicio.